La vida en pareja implica en cierto modo un contrato. Casados o no, una vez que nos montamos en el mismo barco, rigen algunas reglas para hacer posible la travesía.
Reglas explícitas y reglas implícitas.
Temas como: la fidelidad, la relación con la familia política o el manejo del dinero son hablados de manera directa, casi siempre.
Cuando se trata de una pareja en la que uno de los dos (o los dos) son inmigrantes, hay una serie de cláusulas especiales y un montón de párrafos en letras pequeñas.
Las cláusulas especiales incluyen temas como: ¿Qué hacemos con el duelo migratorio de nuestra pareja? ¿Qué tanto incluiremos aspectos de nuestra cultura de origen en la crianza?
Pero… casi nadie se detiene a ver las letras pequeñas del contrato… porque da miedo…
Allí reposan los acuerdos implícitos para los momentos más oscuros…
¿Qué pasa legalmente si uno de los dos muere? …
Y si nos divorciamos… ¿regresaré a mi país? ¿Y los niños?…
¿El dinero ahorrado sería de los dos aunque yo no he trabajado en este país?
Muchas mujeres se ven atrapadas en una relación que no desean mantener porque, al leer la letra pequeña, descubren con desconcierto cómo las ha afectado la desigualdad en el matrimonio.
Otras descubren que, aunque todo va bien en su relación, no sabían que sus parejas tenían tanto control sobre el dinero o sobre las propiedades.
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